Por Vanessa Vargas
Jefa de Carrera de Laboratorio Clínico, Sede Chillán.

En Chile, todavía esperamos sentirnos mal para ir al médico. Nos preocupamos cuando ya hay síntomas, cuando el cuerpo nos pasa la cuenta. Pero muchas enfermedades se gestan en silencio, y la única forma de descubrirlas a tiempo es a través de controles preventivos: exámenes básicos de sangre; glucemia o perfil lipídico y orina.

Las cifras hablan por sí solas: según el Instituto de Salud Pública, más del 50 % de las muertes en Chile están asociadas a patologías prevenibles, como enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes, estrechamente ligadas a estilos de vida poco saludables. Hoy, casi dos millones de personas viven con diabetes en el país y uno de cada tres adultos tiene obesidad. No son solo números: detrás hay familias afectadas, tratamientos costosos y vidas que podrían haberse salvado con algo tan simple como un examen a tiempo.

Un análisis de orina completa puede mostrar alteraciones renales mucho antes de que aparezcan los síntomas. Un perfil lipídico elevado o una glucemia alterada son señales tempranas que permiten actuar a tiempo, cambiar hábitos y evitar complicaciones graves como infartos, insuficiencia renal o accidentes cerebrovasculares. Son exámenes rápidos, accesibles y, sobre todo, preventivos.

Como profesionales del laboratorio, lo vemos todos los días: el diagnóstico precoz salva vidas. Pero para lograrlo necesitamos más que tecnología, necesitamos educación en salud. Es fundamental que las personas entiendan que hacerse un chequeo no es una molestia ni una pérdida de tiempo, sino una inversión en bienestar y años de vida.

Promover la cultura del autocuidado es tarea de todos. Que cada persona asuma la responsabilidad de conocer su propio estado de salud, que los controles anuales sean parte natural de nuestra rutina, no una excepción.

Porque en salud, llegar temprano marca la diferencia entre tratar y lamentar. Y todo comienza con algo tan simple como un examen básico.