La responsabilidad de una Institución de Educación Superior es enorme, dado que en ella se forman profesionales que se integrarán al desarrollo del país, y por lo tanto, cobran vital importancia todas las “acciones” que se realicen para cumplir sus metas y objetivos, independiente de su tamaño, complejidad y  recursos necesarios para llevarlas a cabo, desde una simple reunión hasta un complejo sistema de apoyo informático para la toma de decisiones, cada una de ellas deben dar cuenta de dicha responsabilidad.

No se trata de hacer cosas por hacer o por cumplir, se trata de que cada acción evidencia un acto de responsabilidad cuyo foco es la “comunidad educativa” y el entorno, sin perder el eje central de su razón de ser: las personas.

Nuestros alumnos deben saber que nos debemos a ellos en función de entregarles una formación de calidad, que no sólo consideramos los aspectos técnicos y/o teóricos de una disciplina, sino que también su desarrollo integral como personas.

En estos momentos nuestro Instituto se encuentra ad-portas de un nuevo proceso de Acreditación, que a pesar de ya conocer en qué consisten, luego de 15 años acreditados y 4 procesos consecutivos de acreditación, esta vez será en un contexto totalmente diferente. Luego de una contingencia social y ahora en medio de una pandemia que nos ha obligado a redefinir la forma de enseñar y de aprender, con muchas acciones nuevas que han permitido a los docentes transmitir y transferir sus enseñanzas y a los alumnos demostrar sus aprendizajes, comprometidos todos por salir adelante y demostrar la capacidad de adaptación que el Instituto ha puesto en escena para responder a las nuevas necesidades.

Lo anterior da cuenta de la responsabilidad a la que me refiero, es decir, asegurarles a nuestros estudiantes que están formándose como futuros profesionales en una institución seria, que no tiene problemas en someterse a revisiones externas, que sus carreras están en estricta relación con las necesidades del entorno, que estamos abiertos a escuchas críticas con objeto de mejorar y que seguiremos realizando las acciones que se necesiten para responder a sus necesidades, porque como se mencionó al inicio de esta columna, toda acción es importante, dado que cada una de ellas dan cuenta de nuestra “responsabilidad”.

En síntesis, un proceso de Acreditación Institucional debería ser importante para un estudiante, es decir, desde el punto de vista del alumno, es relevante saber que su institución cumple con los estándares que aseguran una enseñanza de calidad y que el Instituto en el que ha depositado su confianza le responda con responsabilidad, compromiso, calidad y respeto, que junto a nuestra orientación al servicio representan los 5 valores institucionales que caracterizan el sello del Instituto Profesional Virginio Gómez.

No quiero dejar pasar la oportunidad de invitar a nuestros estudiantes a apoyar a su institución en este importante proceso de Acreditación, dado su rol protagónico en el mismo, recordando cómo se les recibió el primer día de clases,  la información que les transmitió su Jefe de Carrera y las actividades en la que han participado, las que seguramente serán la mejor evidencia de cara a una acreditación exitosa.