Ante los últimos acontecimientos de salud que han obligado al confinamiento se menciona con frecuencia la palabra incertidumbre, algo que los humanos manejamos muy mal. Es una necesidad fundamental el que podamos predecir lo que ocurrirá en nuestro entorno y al no hacerlo se genera la ansiedad muchas veces somatizada en nuestro organismo a través de variadas patologías.

Considerando esto último y la dificultad de acceder a atención médica por restricciones de cuarentena, limitación de permisos de desplazamiento, consultas cerradas, etc, aparece la automedicación como alternativa.

Desde tiempos remotos como especie hemos echado mano a cuanta posibilidad de “remedio” aparezca, primero como ensayo y error y después aplicando conocimientos previos; así Pompeyo, médico de Roma junto a Andrómaco, farmacéutico de Nerón preparaban antídotos contra todos los venenos conocidos a fin de proteger al emperador. También encontramos en aquella época, sugerencias de Galeno, que persistieron hasta el siglo XVIII.

En Chile, la primera señal como estructura relacionada al manejo de fármacos fue la botica, que hace noticia cuando entra en conflicto con el Cabildo, quien la acusa de vender productos en mal estado (imaginamos muchos productos que requerían cadena de frío para su preservación).

El conocimiento y la tecnología ha permitido hoy fabricar drogas para casi todas las enfermedades, cuyo uso en exceso se han tornado en contra del propio paciente y de su relación con el especialista tratante.

¿Por qué hablo de exceso? … si revisa el botiquín o la caja donde guarda sus medicamentos en casa, ¿Cuántos tiene?, ¿Cuántos a medio consumir?, ¿Cuántos con receta médica?, ¿Cuántos automedicados o comprados por sugerencia de un amigo(a) o por un dependiente de una farmacia?

De aquello aparece la siguiente inquietud: ¿La automedicación será lo mismo que el autocuidado? El autocuidado puede definirse como las conductas que adopta el paciente caracterizadas por la toma de decisiones respecto de ciertos hábitos de vida como: que comidas comer, qué ropa usar, si fumar o no o hacer dieta o ejercicio.

Parte del autocuidado es la automedicación, caracterizada por el hábito de consumir medicamentos sin consulta profesional previa. La confianza ciega que se tiene por los medicamentos ha producido muchas veces una excesiva dependencia de estos para corregirlo todo, problemas reales de salud,síntomas menores y hasta los imaginarios.

Todo medicamento es una substancia extraña al organismo, que altera  su funcionamiento, por lo que debe administrarse sólo cuando hay una indicación precisa y por el menor tiempo necesario para lograr el efecto deseado.

No estoy en contra de los medicamentos, pero si en contra de su uso indiscriminado; crean una sensación falsa de seguridad, esconden síntomas sin afectar la causa, producen dependencia psíquica y pueden ser potencialmente peligrosos.

Claudio Zin, Médico y político italiano, asesor de compañías de salud y alimentación sostuvo “La automedicación es deseable ya que muestra un mayor compromiso y responsabilidad del paciente sobre su salud; sin embargo, en Latinoamérica la automedicación es descontrolada e irresponsable, por lo que requiere de médicos, especialistas y farmacéuticos que la acompañen”.

Más claro…echarle agua.