El rol de la familia en la motivación por aprender

Por Marioli Hernández Álvarez
Jefa de Carrera TNS en Educación Diferencial
IP Virginio Gómez – Casa Central
La Ley General de Educación reconoce a la familia como el primer y principal agente educativo, otorgando el deber y el derecho preferente de educar a sus hijos e hijas. Este rol implica una responsabilidad trascendental, pues es en el hogar donde se orienta la formación ética, moral y académica de las y los estudiantes. No obstante, esta tarea requiere el acompañamiento del Estado y de la comunidad.
Más allá del apoyo en los aspectos académicos, resulta pertinente preguntarse: ¿cuál es la responsabilidad de la familia en la motivación y actitud para aprender?
La motivación, entendida como la fuerza interna que impulsa a las personas a alcanzar metas y superar desafíos, es un factor esencial en el proceso educativo. Sin ella, no existe la energía necesaria para sostener el esfuerzo que exige el aprendizaje. En este contexto, la familia cumple un rol fundamental en la formación de personas motivadas, perseverantes, autónomas y con una actitud positiva frente al aprendizaje. Es en el hogar donde se modelan también valores como la responsabilidad, la autodisciplina y la valoración del esfuerzo, a través de la contención emocional, el desarrollo de habilidades sociales y el establecimiento de límites y metas claras.
De acuerdo con la UNESCO, la participación activa de las familias en la educación mejora significativamente la asistencia, el rendimiento académico y la autoestima de las y los estudiantes, reforzando el sentido de pertenencia y compromiso con su proceso de aprendizaje. Del mismo modo, los estudios de la OCDE han evidenciado que los jóvenes cuyos padres se interesan activamente por su educación presentan mayor motivación intrínseca, confianza en sus capacidades y mejores resultados académicos.
Reconocer la importancia del modelo familiar en la formación del carácter y la motivación es fundamental. La perseverancia, la responsabilidad y la actitud positiva son virtudes que se cultivan en el entorno familiar y constituyen la base del logro personal y académico. Aquello que se siembra con motivación, constancia y esfuerzo da frutos que se disfrutan con satisfacción.
Corresponde, por tanto, a los padres, madres y tutores reflexionar sobre cómo ejercemos este deber formativo. De qué manera las forma en que nosotros actuamos y enfrentamos nuestras propias responsabilidades laborales y cómo respondemos a las dificultades cotidianas repercuten y modelan la respuesta de nuestros hijos frente a sus propios desafíos Los niños y jóvenes aprenden observando, por lo que cada conducta adulta se convierte en un referente, ejemplo y forma de respuesta propia.
