Es difícil imaginar en qué momento nacieron los cánones o estereotipos de belleza y género. Probablemente, no se trate de un momento único sino de un proceso gradual, en el cual los estereotipos mismos variaron junto al establecimiento de sociedades patriarcales.

La violencia simbólica, acuñada por Pierre Bourdieu, describe una forma indirecta de violencia ejercida por el «dominador» hacia los «dominados», quienes no son conscientes de estas prácticas y son cómplices inconscientes de su propia opresión. Esta violencia está interiorizada y normalizada en la sociedad, reforzando estereotipos y roles de género.

En los medios de comunicación, la violencia simbólica refuerza estereotipos a través de campañas publicitarias que promueven la discriminación contra la mujer o idealizan estándares de belleza inalcanzables. Estos productos refuerzan la idea de que las mujeres deben cumplir con ciertos estándares físicos para ser aceptadas.

Las redes sociales, aunque han democratizado la difusión de contenidos, también han amplificado la presión de adaptarse a corporalidades poco realistas con imágenes excesivamente retocadas que perpetúan la cultura de la comparación. 

La publicidad que promueve cuerpos perfectos e idealizados no sólo impacta la percepción de la propia imagen, sino que también refuerza estereotipos de género arraigados.

En este sentido, en enero de 2024 fue aprobado por la Cámara de Diputadas y Diputados el proyecto de ley “SERNAC Te Protege” cuyo objetivo sería, tal como en casos de publicidad engañosa, sancionar a empresas que promuevan o utilicen “estereotipos que justifiquen o naturalicen relaciones de subordinación, desigualdad o discriminación, por razones de sexo, género u orientación sexual”.

En cuanto a la afectación de la salud mental, debido a lo señalado sobre los estereotipos de belleza, esto comienza con la percepción de nuestro propio cuerpo, sobre si nos acercamos y cumplimos las expectativas de esos cánones establecidos por nuestra sociedad, los cuales influyen en la satisfacción personal y en la autoestima de una persona. 

Según Sergio Body, psicólogo coordinador de la Unidad de Salud Mental del IP Virginio Gómez, esto tiene un impacto generalizado en la salud mental. “Los estos estereotipos de belleza generan una presión por cumplir expectativas que a veces se vuelven muy rígidas acerca de cómo comportarnos, por ejemplo, la frase los hombres no lloran porque el hombre es fuerte y no puede llorar. Este tipo de cosas hace que uno se empiece a encasillar en un rol muy rigidizado y termine afectando la salud mental de la persona, así como también su autoestima”, explicó.

“En el caso de las mujeres al igual que los hombres, también hay una limitación del autoconcepto, que corresponde a la opinión cognitiva que tiene la persona sobre sí misma. En particular a la mujer muchas veces se le ha encasillado en ciertos roles que debe cumplir, por ejemplo: la mujer se queda en la casa cuidando a los niños o en actividades hogareñas, mientras el hombre debe salir a trabajar”, añadió el coordinador.

“Con respecto a la imagen corporal, constantemente nos están bombardeando con imágenes que reflejan cuerpos muy idealizados como lo es la muñeca Barbie o Ken y eso lleva a internalizar estos ideales con expectativas poco realistas, en donde hay estudios que demuestran que esta marca ha incidido negativamente en la aparición de algunos trastornos como la anorexia, por querer cumplir con estos cánones de belleza. ¿Qué podemos hacer para evitar esto?, creo que, a través de la educación, la representación inclusiva y el apoyo psicológico nos pueden llevar a un mayor bienestar emocional”, finalizó el profesional.